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Pésimo pero bueno para mi negocio

El pasado año se marchó cargado de malas noticias. El mundo se encuentra ante una deriva preocupante.
Dirigir un negocio precisa de arte y algo de magia. Pero, si no creéis en la magia, pues –casi todo- tiene truco, el truco es estar bien informado y reaccionar. Cuando estamos al frente de una compañía, por grande o pequeña que sea, el conocimiento de lo que sucede es básico para poder decidir.

Os dejo estos 8 consejos que, si los convertís en hábitos, os ayudarán a mejorar la rentabilidad de vuestros negocios.

1. Pensar, y reflexionar antes de tomar decisiones

 

Abrir la mente. No dejarse arrastrar por los acontecimientos, tomar las propias decisiones, aunque la decisión sea no hacer nada. No dejar pasar más tiempo sin saber cual es -propósito-, definir claramente las reglas del juego, mirarnos a nosotros mismos y actuar en base a nuestros valores.

Dejar de preguntar ¿qué sucedió?, de ver como los acontecimientos se nos vienen encima.

2. Obtener información -objetiva-

Información sobre el entorno genérico (macro): 

Tomando datos y sobre todo contrastando las diferentes fuentes. La información que nos llega está muy distorsionada. Son fácilmente accesibles informes contrastados que contienen datos objetivos sobre economía, sociedad, política, tecnología, legislación, medio ambiente.

Además, si nos rodeamos de personas que se informan y opinan en base a información objetiva y contrastada también nos servirán de apoyo y fuente de información.

Información sobre el entorno específico: 

Identificar a todas aquellas personas y entidades que tienen una influencia directa en mi negocio. Cuantificar el volumen de negocio que genera el mercado en el que opero, y mi parte del pastel. Conocer con detalle y datos veraces, cuántos competidores tengo, qué hacen bien y qué hacen mal. Identificar a mis proveedores principales, y cuantificar el volumen que representan sobre el total de mis compras, hacer lo mismo con mis clientes.

3. Tener una segunda opinión

Además de contar con la participación de mis colaboradores directos, debemos pedir ayuda a un profesional externo que no participe de la organización, que pueda aportar una visión desde fuera. La opinión de agentes externos que no tengan intereses directos sobre nuestro negocio, profesionales experimentados.

Hoy podemos contratar directivos por horas, que ponen a nuestro alcance especialistas de gran valor que nos servirán de ayuda.

4. Ser realista

Revisar el modelo de negocio, mirar o hacer revisar la organización por dentro siendo crítico. Existen técnicas y herramientas específicas que nos servirán de guía para poner a pruebas nuestro modelo de negocio. Ver como éste encaja con las necesidades de nuestro cliente y de los ‘stakeholders’ más relevantes.

¿Qué valor estamos aportando?, ¿cómo hacemos para fidelizar?, ¿qué canales utilizamos para comunicarnos con ellos?, ¿quiénes son nuestros consumidores actuales? ¿y el cliente ideal? ¿cómo se generan los ingresos?, ¿qué relaciones con proveedores, y colaboradores son claves para mi negocio?, ¿y los recursos más importantes?, ¿y las acciones y procesos críticos?, ¿conozco la estructura de coste de mi negocio?

Debemos hacernos todas estas preguntar y poner a examen el modelo de negocio actual.

5. Saber qué opinan de nosotros

Preguntar a los que pagan nuestras facturas. Preguntar a nuestros compradores (clientes), qué les parece lo que les estamos ofreciendo, el servicio prestado, el producto,…para identificar aquellos factores imprescindibles, poder hacer una evaluación de nuestro posicionamiento e identificar aquellos que son la clave del éxito del mercado.

¿Por qué nos cuesta tanto pedir la opinión? ¿Cuántas decisiones de mejora se podrían tomar si nuestro cliente nos hablase con franqueza?

6. Identificar nuestra ventaja competitiva

Definir y publicar con rigor –aquellos que nos hace diferentes y además mejores-. Habiendo identificado nuestras fortalezas y debilidades, debemos hacer un análisis del impacto o ‘Dynamic SWOT’. La reflexión sobre el impacto que supone el potenciar mis fortalezas o minimizar mis debilidades y cómo estas acciones pueden ayudarnos a aprovechar las oportunidades y defendernos sobre las amenazas, dará luz para identificar el camino que debemos tomar y trazar un plan específico.

No se trata de tener una bola de cristal para las predicciones, sólo tener información suficiente y veraz.

7. Cuantificar objetivos

Ya estamos acostumbrados a las siglas SMART cuando hablamos de objetivos y sabemos de las ventajas que supone determinar objetivos específicos, medibles, orientados a la acción, realistas y con determinados en el tiempo.

¿Por qué seguimos dejando el ‘bonus’ para que lo determine un responsable al final de año sin más criterio que la buena relación con sus empleados? ¿Cómo podemos asegurar que ese ‘bonus’ motiva a nuestro equipo para conseguir los objetivos trazados en el plan?

8. Rodearnos de colaboradores de -sangre caliente-

Los emprendedores de éxito, siempre están bien relacionados, saben tener cerca profesionales con la mente abierta, personas con capacidad de reinventarse, que hacen una autoevaluación periódica de sí mismos, que están bien relacionados a su vez, que no toman decisiones pensando en su único beneficio, que piensan en el bien común, que oyen y saben escuchar, sin actitudes soberbias, generadores de equipo.

Gente con capacidad de hacer realidad los planes trazados.

 

¿Vivimos en un entorno pésimo o nos lo presentan así? Yo veo emprendedores y empresarios de éxito haciendo de lo pésimo lo mejor para sus negocios.

Josep Fenoy

Josep Fenoy

Director
Especialista en Estrategia Empresarial y Modelos de Negocio